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Este espacio ha sido creado para escuchar tus historias sobre inclusión educativa.

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¡Infórmanos!

Encuentra aquí interesantes entrevistas realizadas por personal de la salud a padres, cuidadores y pacientes quienes nos aportan temas de interés para la inclusión educativa.

"Una vez afrontas la enfermedad, llega el reto de vivir tu vida con y a pesar de ella".

La historia de una madre que buscó un colegio en Bogotá (Colombia)
en el que le brindaran espacios de inclusión a su hija.

Un caso de éxito de inclusión educativa.

Un bello ejemplo que nos aporta la familia Salcedo.

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''No me digas que no puedes hacerlo,
dime cómo debo hacerlo''

“La enfermedad de mi hija no condiciona su vida. Su percepción del cuerpo y sus características hace posible que sea auténticamente feliz y reconozca su capacidad física e intelectual. Por ello su frase más usual es, no me digas que no puedes hacerlo, dime cómo debo hacerlo”.

Así inicia el relato de una madre bogotana, quien nos comparte su historia sobre las limitaciones que muchas veces encuentran las familias para encontrar educación inclusiva para sus hijos con habilidades excepcionales.

“Cuán duro es conseguir colegio para un hijo discapacitado en Bogotá. Cuando asumes una enfermedad y aprendes a manejarla, lo difícil se vuelve encontrar el espacio donde puedas vivir con ella y a pesar de ella”, relata Claudia Salcedo, madre de Sofía.

​Claudia Salcedo es una mujer de 40 años, natural de de Roldanillo (Valle del Cauca), madre de dos hijos. Es administradora de empresas y a sus 28 años de vida recibió el diagnóstico de su hija, situación que implicaba una discapacidad motora con muchas afecciones sistémicas. 

Desde el principio tuvo claro que la enfermedad de su hija no condicionaría su vida y se dio a la tarea, como muchas madres, de buscar el espacio ideal para que la vida de su hija se desarrollara con normalidad a pesar de su enfermedad. Lograr encontrar ese espacio no fue fácil, adicional a los esfuerzos económicos, físicos y médicos que Sofia debía tener para lograr la integración, existían unos facilitadores claves que de no existir se convertirían automáticamente en barreras para lograr su objetivo.

Sofía es una niña alegre, inteligente, despierta, exigente académicamente, que no se conformaría con una educación que sencillamente la dejara estar, ella es clara en que desea siempre participar y no le gusta que le digan “no puedes” sino cómo puedes.

Esto demanda un reto importante para sus padres, pero también para el grupo de médicos que la asisten, ya que jamás acepta que le digan que no puede bailar (por ejemplo). Ella se inscribió en danzas e indagó con su médico: ¡explícame por favor cómo puedo danzar!

Sofía recibe todas las advertencias necesarias porque su condición médica limita su movimiento, su talla es baja y su sistema cardiovascular presenta algunas particularidades. Claudia, su progenitora, es una mujer fuerte, dulce, complaciente (a veces en demasía con Sofía), pero claramente inteligente, y sabe que la vida de su hija no se puede detener, debe vivirla, aun si tiene un diagnóstico médico que atender.

Rápidamente, Claudia descubrió que existían barreras que no serían superadas tan fácilmente por el sistema educativo y enfocó su búsqueda en aquellos colegios que superaran con creces dichas barreras, o tuvieran como política ayudar a superarlas.

“La aceptación va más allá de permitirle asistir al colegio, la aceptación incluye permitirle participar con sus pares de todas las actividades, aunque ello implique modificar la forma cómo lo realiza sin afectar la forma cómo lo logran los demás”, relata Claudia.

Su historia continúa señalando que en su primer intento, matricularon a Sofí en un colegio que, aunque en un principio la aceptó para su formación académica, a sus 5 años las directivas decidieron reubicarla porque, a título de los docentes, “la niña no cumple con sus estándares de desempeño”. 

Tras ello, inició el viacrucis de visitar muchos colegios de calendario A y B en Bogotá, algunos de los cuales estaban dispuestos a recibir “bonificaciones voluntarias para el ingreso de Sofía, bonificaciones que estábamos dispuestos a costear; sin embargo, aun en esas circunstancias, nos respondían que no estaban preparados estructuralmente para una alumna como Sofía”, comenta Claudia.

Como experiencias desagradables, recuerda que los colegios donde indagaban jamás accedían a una entrevista con ellos como padres, exclusivamente disponían de personal de inscripción y matrículas, tampoco les daban una respuesta directa, sencillamente les decían que esperaran una llamada que jamás llegaba.

​“Recorrimos más de 15 colegios de Bogotá sin encontrar una respuesta de acogida, hasta que finalmente encontramos una institución donde el examen de admisión no midió sus capacidades motoras sino cognitivas. La clave para nosotros como padres fue la forma cómo abordaron a mi hija, dando importancia a su propio desempeño y eligiendo los apoyos para que lograra su desempeño académico. Así inició desde párvulos y ahora está en octavo de bachillerato”, cuenta Claudia.​

“Considero que su proceso es exitoso debido a los apoyos claves en el aula de inclusión: el apoyo de una auxiliar en el aula que supervisa las necesidades clínicas de los estudiantes en programa de inclusión. Un lugar dentro del plantel que dispone de las terapeutas que apoyan el proceso académico y de rehabilitación, la filosofía de inclusión del plantel va más allá de las políticas públicas, destacando que cada persona que labora en la institución debe conocer a cada niño con alguna necesidad especial, de manera tal que no sea ajeno a cualquier necesidad de apoyo que se presente. Sofía es reconocida por todos y se siente feliz. Las terapeutas trabajan en sincronía con las recomendaciones médicas, las actividades académicas se adaptan a Sofía, a su ritmo y capacidad en materia cultural y académica, logrando dar a la familia un alivio en el reto de educarla”, narra con felicidad Claudia.

Esta madre decide mostrarnos cómo el colegio logró establecer esta filosofía y compartirla con todos los estudiantes, lo que hace que su grupo de niños y niñas con alguna discapacidad sienta que puede participar de absolutamente todas las actividades educativas. 

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© 2023 Martha Solano Villareal - Bogotá, Colombia

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